lunes, 28 de diciembre de 2015

Paso a paso…


Con el 2015 se va el segundo año de nuestro blog A mano y sin permiso. Condenado a una plataforma en desuso y poco favorable, ha sorteado esa tozudez de sus “hacedores” a golpe de texto y contenido. ¿Qué nos deja este año? En sentido práctico: la página en Facebook, una mayor producción de contenidos propios – especialmente gracias a Carlitos y JS –, secciones fijas, nuevos enlaces y aunque pocos aún, las visitas a cada post llegaron a triplicarse o incluso, crecer diez veces. No estamos satisfechos, hablando estrictamente desde las frías estadísticas.
¿Qué es lo más importante para nosotros? Primero, que A mano y sin permiso es fiel a su idea inicial, no ha hecho concesiones. Segundo, que continúa proponiendo un enfoque – como hacen otros – revolucionario, transformador, crítico, anticapitalista y contrario a la ortodoxia y al falso marxismo. Tercero, que el blog sigue siendo el mejor premio; no recibimos dinero de nadie, no vendemos espacios ni notas, y afortunadamente – quizás por incómodos o de poco impacto en la red – no recibimos el impulso del gobierno que se convierte luego en libros, comparecencias mediáticas, asistencia a eventos internacionales y conformismo. Esto es lo mejor que nos deja el segundo año.
Y vamos por más…


Mis horizontes

Por Carlitos

En el 2016 quiero seguir viviendo en Cuba, ver a mi hijo mayor cursar su tercer grado en una escuela cubana y a mi hijo menor su prescolar. Quiero que beban lo mejor de nuestro sistema de enseñanza, que vivan también sus grietas, que encuentren en la casa lo que a la escuela le falta (y más), que sigan mataperreando sobre calles rotas y entren como Pedro por casa del vecino a darle comida a la cotorra, que sigan disfrutando de tener una familia grande y con mucho amor, de tener muchos primos que crecen como hermanos.

Quiero que valoren tanto como el parque compartir en familia y amigos, la Colmenita, los títeres de El Arca (en la Habana vieja), los museos o hasta un juego de pelota en el Latino. Quiero que un día conozcan otros países, pero antes quiero que conozcan el suyo.

Quiero que su mejor enseñanza sea ver a otros amar, luchar, servir, cultivarse, intentar ser un tilín mejores (y mucho menos egoístas). Y para eso, por más dura que esté la cosa, esta isla milagrosa sigue siendo un lugar especial, muy especial, por su gente. Me lo ha dicho Maritza, una amiga sudafricana que ha recorrido mundo y ha hecho familia aquí y Ángel, un amigo chileno que insiste en que sus cinco hijos crezcan en Cuba.

Quiero seguir teniendo mis amigos a mano y darles todo mi apoyo y mi fuerza para echar para adelante. Quiero que no se me vayan más, y si se van, quiero que les vaya bien, muy bien y, si es posible, que dejen una maleta hecha para cuando valga la pena volver.

Quiero que mi trabajo, que tanta satisfacción profesional me da, también me sirva para vivir. Quiero, por qué no, poder viajar y conocer otros países, porque viajar amplía mis horizontes y porque siento que conocer otros destinos, otras gentes y otros saberes me hace más cubano.

Quiero que la economía se refleje en nuestro plato de comida, que se levante el bloqueo y que vengan los inversionistas extranjeros, quiero que la prisa pese sobre la pausa y un Congreso del Partido que huela a futuro inmediato y a metas concretas. Quiero que no pequemos de ingenuos y le entreguemos a los gringos lo que tanto trabajo nos costó cultivar: nuestra soberanía y la calidad de nuestra gente. Tampoco quiero que ello sirva de pretexto para seguir montando barricadas.

Quiero que mi país rejuvenezca, que nos despojemos de extremismos y sospechas, de oportunismos y cobardías; quiero que sigamos aprendiendo a debatir y a escuchar, que sea el debate público y no la censura lo que deseche lo moral o políticamente incorrecto, que el debate público defina lo que como sociedad queremos; quiero que participemos todos, que a la gente le parezca importante y útil no quedarse callada, que funcionarios y periodistas no tengan que usar un seudónimo o un blog personal para decir lo que piensan.

Quiero que en cada lugar nuestros jefes sean los más capaces, que no haya miedo a que haya líderes, que me expliquen bien hacia dónde vamos y que me digan hasta cuándo y quienes son los responsables. Quiero dejar de oír consignas vacías y recetas del pasado, apologías a líderes y héroes inmaculados y sociedades perfectas y sin errores, quiero sentir que somos más fuertes porque la crudeza con que nos miramos nos permite admirar mucho más lo que tenemos e identificar mejor hacia dónde vamos.

Quiero que todos estos anhelos no se queden en un post y que yo tenga lugar donde hacer más, donde se me oiga; quiero chance a participar más. Quiero que ser revolucionario e irreverente se valore más que ser obediente y sumiso.

Sé que quiero demasiado y que incluso lo que me toca parece una hazaña titánica, pero decía Galeano que para eso sirven las utopías, para avanzar. 

lunes, 21 de diciembre de 2015

La velocidad importa

Por Carlitos

En los últimos cinco años Cuba dio avances significativos en términos de informatización y desarrollo de las comunicaciones. Se permitió el uso de teléfonos celulares y se han reducido paulatinamente tarifas y precios. Se abrió el servicio nauta de correo electrónico. Se flexibilizaron las facilidades aduaneras para la entrada de tecnologías compradas en el exterior. Se amplió el acceso a internet, reduciendo los precios, colocando puntos wifi en lugares céntricos de las principales ciudades del país, mejorando la calidad de la conexión en sectores institucionales y ampliando la conexión en los hogares para determinados profesionales, especialmente los médicos. Se pusieron en marcha sitios estatales para la gestión de servicios online, como el sitio ofertas.cu, alternativa criolla a revolico y porlalivre.

Sin embargo, en ese mismo período, Cuba es el país de América Latina que más retrocede en el sector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, según datos de un informe de la Unión Internacional de las Comunicaciones (UIT) publicado hace 15 días. Nuestro país pasa del 119 al 129 en la escala y se mantiene en la última posición en la región latinoamericana, a 80 posiciones de Uruguay (el país más avanzado del subcontinente).

El problema no es solo avanzar, sino la velocidad a la que se avanza. Y la informatización de la sociedad es solo un ejemplo.

En una reciente entrevista el presidente Obama ha condicionado su visita a Cuba, precisamente, a la velocidad de los cambios en la isla. Sinceramente, más allá del símbolo político, no creo que sea tan importante la visita de Obama (antes, que se decida a hacer las cosas que está facultado a hacer). 

La verdadera razón que reclama mayor velocidad de los cambios (y no necesariamente los mismos que demanda Obama) es la larga espera de los millones de cubanos que llevan sobre sus hombros los efectos del bloqueo, de las ineficiencias, de los extremismos y hasta de los lógicos pasos de acierto y error que conlleva caminar hacia un rumbo incierto.

Si nuestros padres subordinaron proyectos personales por ver una Cuba mejor, sus hijos no van a hacer lo mismo. La emigración en masa y creciente de jóvenes habla por sí sola; peor es la cantidad que se desconecta del proyecto de la Revolución (fuera y dentro de Cuba). Y un proyecto como el cubano, sin base social, no es nada.

Los cubanos no van a esperar toda la vida por una Cuba nueva. Hay oportunidades como nunca, pero no estarán ahí eternamente. El proyecto cubano avanza sobre una bomba de tiempo.

La velocidad importa.

viernes, 18 de diciembre de 2015

La culpa no la tiene nadie… por ahora


(Con la disculpa de convertir las 14 líneas en 20. Esperemos no se haga una práctica)
Por JS
Un mundo sin culpas sería el paraíso. Se borraría de un golpe toda la dinámica entre causa y efecto, acción y reacción, causas y consecuencias. Pero en rigor, es también un mundo improbable.
A simple vista, parece que nuestra Cuba se ha liberado un poco de esa práctica consuetudinaria de culpar. ¿Será una ilusión? Por mucho tiempo, lo mismo desde la política oficial, la ortodoxia marxista, el pro-capitalismo light y el anexionismo descarado; “el otro” ha estado en el punto de mira. En el Imperialismo, el Bloqueo, la estatalización de la economía, los funcionarios intermedios o Fidel Castro han recaído las culpas – en dependencia de las posiciones políticas – y se ha canalizado el acto de liberación de la responsabilidad individual.
No pretendemos hacer un Tratado de las culpas. Como nos consideramos de izquierda, socialistas y anticapitalistas; lanzaremos la preocupación sobre las probables culpas en la Cuba futura. Ahora que se abren nuevas formas de gestión – con una predilección del Estado y la Comisión de Implementación de los Lineamientos por lo privado en detrimento de lo cooperativo y otras – espero no nos acusen en unos años de “abrir el paso al capitalismo”; ahora que nos acercamos a los Estados Unidos, en medio de una política oficial que por cerrada limita una proyección contestaría como país a la derechización internacional, espero no nos culpen “por entregar el país”; ahora que no se perfila un liderazgo joven, porque en el fondo se legitima a los bisoños que reproducen las maneras de hacer política de los últimos cincuenta años, no pretendemos aparecer como los que “abandonamos el proyecto”.
En todo caso esos carteles, esas culpas, si son endosadas en unos años, poco importan. Podremos culparnos entre nosotros, de verdaderos revolucionarios y seguir luchando, siempre, desde la izquierda.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Venezuela: ¿Abstención, castigo o cambio?

Tomado de https://medium.com/@bitacoranova/venezuela-abstenci%C3%B3n-castigo-o-cambio-b909f1b87471#.nvhlgwktb

 

El resultado electoral del pasado 6 de diciembre en Venezuela es un serio aviso a la política que ha desarrollado el gobierno bolivariano, especialmente en materia económica, durante los últimos años.

La sanción popular no tiene paliativos. La oposición incluso ha conseguido ganar en el bastión revolucionario de la parroquia del 23 de Enero, en Caracas. El Liceo Manuel Palacio Fajardo, que fue durante años el centro electoral de Chávez, fue ganado por el candidato opositor, Jorge Millán, en una reñida contienda a Zulay Aguirre, candidata oficialista y madre del diputado chavista Robert Serra, asesinado hace un año con la complicidad de su propia escolta.

Un caso sonrojante es el del Vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), Diosdado Cabello, que perdió en el estado de Monagas en la elección contra un desconocido y mantiene su escaño gracias al método D´Hont de repartición que fomenta el bipartidismo.

Si comparamos este examen con los resultados de las últimas elecciones presidenciales de 2013, Maduro sacó 7.586.251 de votos, mientras que en las pasadas legislativas la coalición oficialista del Gran Polo Patriótico (GPP) obtuvo 5.615.300, se perdieron por el camino 1.970.951 votos. Mientras que en 2013 la opositora Mesa Unidad Democrática (MUD) sacó 7.361.512 y ahora recibió 7.720.576, subió “tan solo” 368.000 votos. Los datos revelan que no todos los que dejaron de votar por el chavismo lo hicieron por la oposición: 1.602.665 prefirieron abstenerse.

La foto fija trasluce que en las elecciones legislativas hubo una sanción al gobierno pero que sin embargo no se sumó a la oposición. Se da la situación que el chavismo se convierte en una minoría parlamentaria mientras se mantiene como una mayoría social.

¿Ganó la guerra económica?

“Se podría decir que la guerra económica ha ganado”: así resumió Maduro las causas de la derrota tras conocerse los resultados. Esto es solo una explicación parcial, porque las clases populares demostraron su apoyo al chavismo en momentos como el paro petrolero de finales de 2002.

A la crisis económica, acentuada por los bajos precios petroleros, se suma la percepción de que la dirigencia bolivariana es incapaz de resolver estos problemas. En actos públicos critican a grandes empresas agroindustriales como el Grupo Polar por su papel en la escasez de productos pero las denuncias no se traducen en medidas concretas. En ese ambiente, el burocratismo y la corrupción alcanzan altos niveles, fomentando la desmoralización y el escepticismo.

También hicieron su parte la ineficiencia, la corrupción y una política comunicacional que no supo reflejar y explicar la realidad de la situación. Sin embargo, no se puede decir que estos factores fueran decisivos porque ya estaban presentes, en mayor o menor grado, en elecciones anteriores en las que el Psuv si logró ganar.

Algunos también culpan de la derrota al “bajo nivel de conciencia” de un pueblo “malagradecido”. Afirman que “la revolución bolivariana les dio vivienda, educación y sanidad pública” y ahora “se creen clase media”. Es una explicación que realmente no explica nada, pero además reduce la justa restitución de derechos fundamentales a la población equiparándola a la defensa de un Estado clientelar. Con ese argumentario hablar de “revolución” y “socialismo” se convierte en retórica vacía.

Mientras el modelo rentista petrolero no ha sido sustituido en el país. Beneficiado por distintos tipos de cambios de divisa, toma fuerza una nueva burguesía importadora que se apoya en sectores bancarios y complicidades gubernamentales, que en los últimos ocho años han acabado con 250 mil millones de dólares de las reservas de divisas.

¿La “guerra económica” y el desabastecimiento no están asociados a la importación de casi todo lo que se consume en el país?

Que la dirigente chavista Jacqueline Faría afirmase durante una jornada de reparto de alimentos que las colas eran “sabrosas” y pidiera a la gente disfrutar de ellas, es un ejemplo de la desconexión entre la dirigencia y el pueblo.

¿Oposición cohesionada?

Sería miope enmarcar a la oposición en una imagen reduccionista como la “ultraderecha neoliberal y golpista”, así hay algunos, sin duda, pero también hay matices. Hay tendencias que se ven reflejadas estos días en sus discursos victoriosos. Una más radical que busca la confrontación donde el mejor exponente es el “adeco” Ramos Allup y otra más “moderada” que encabeza Julio Borges, consciente que el objetivo es desgastar poco a poco al chavismo agudizando las contradicciones que surgen de la gestión diaria, camino al referéndum revocatorio presidencial.

El próximo 5 de enero, durante la conformación de la presidencia de la directiva de la Asamblea Nacional veremos hasta qué punto están cohesionados. Lo lógico sería la presidencia para Primero Justica, 33 diputados, y las dos vicepresidencias para Acción Democrática, 25 diputados, y Un Nuevo Tiempo con 21 curules. De este reparto se queda fuera el gobernante Psuv que tiene 52 diputados y es el primer partido en representación.

Poder electoral sale reforzado internacionalmente

En 17 años la oposición perdió en las urnas hasta en 18 ocasiones. Lo habitual era denunciar fraude y desconocer los resultados. Este escenario estimulaba a Washington para cuestionar la calidad democrática de Venezuela.

Los resultados del pasado 6 de Diciembre, dejan por primera vez un consenso en la polarizada política venezolana: el reconocimiento de la transparencia y confiabilidad del Consejo Nacional Electoral.

Fuera de juego se quedó Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americano (OEA), quien antes de las elecciones le escribió una carta a Tibisay Lucena, de ocho páginas, criticando el sistema electoral venezolano. Luego no fue capaz de trinar ni un tweet de 140 caracteres felicitándola por la trasparencia de las elecciones.

Posibles escenarios

Los más agoreros piensan que la victoria opositora es el inicio de los apagones en la isla y el fin de las misiones cubanas en Venezuela. El presidente cubano Raúl Castro aprendió de la experiencia soviética y ha impulsado la diversificación de las relaciones económicas. Hoy Cuba gestiona incluso un hospital en el desierto de Qatar.

Más de la mitad de las necesidades energéticas de la isla se cubren con petróleo nacional, el crudo venezolano era principalmente revendido a países de la región y significaba una importante fuente de entrada de dólares. Cuba renegoció su deuda con el Club de París lo que le da más liquidez en un nuevo escenario sin el aliado bolivariano.

Más que económica, la derrota sería sobre todo política. El pasado lunes 14 de diciembre se cumplían 11 años de la creación de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la fecha pasó sin pena ni gloria tanto en Cuba como en Venezuela, la realpolitik se abre camino.

Por otro lado, difícilmente la oposición ampliará su apoyo camino de un referéndum revocatorio si elimina el asistencialismo del que se benefician los más desfavorecidos.

El trabajo de los médicos cubanos es reconocido hasta por opositores que se atienden en silencio aunque los critican en público. Es más factible un escenario en el que proponga a los médicos cubanos que deserten de sus misiones y sean contratados y pagados directamente por el Estado venezolano, en línea con el método “parole” que fomenta Estados Unidos para la fuga de cerebros.

Las amenazas de medidas privatizadoras pueden ser frenadas legalmente, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela prohíbe cualquier intento de restauración neoliberal. La oposición ahora tiene que moverse en el ámbito institucional, el mismo que daban por desahuciado. El chavismo por primera vez tendrá que compartir el poder.

Los esfuerzos de Maduro por emular el estilo espontáneo de Chávez no le han favorecido. Hablar con pajaritos le ha convertido en centro de burlas de sus detractores y en el descrédito de sus seguidores, es el momento de ejercer de Presidente de la República.

 

lunes, 14 de diciembre de 2015

Aprender del 6D

Por Carlitos

Cuando estudiaba en el pre comenzó a insertarse en los programas de estudio el análisis de las causas del derrumbe del campo socialista. Se imprimieron folletos y se impartieron conferencias que concluían que Cuba era diferente y que por eso sobrevivimos la hecatombe. Cuba conservó rasgos de su Socialismo criollo que la desmarcaban del llamado "socialismo real", pero siempre miré con duda y hasta con temor las similitudes y la poca capacidad para aceptarlas.

Una sensación similar he sentido con los resultados de las elecciones parlamentarias en Venezuela. En 17 años, la Revolución Bolivariana trastocó profundamente el imaginario y la estructura social venezolana, redibujó el mapa geopolítico regional, impulsó esquemas de integración solidaria y abrió una nueva etapa de "innovación" y resurrección de la izquierda. Esa huella no se borra con un resultado electoral, incluso si significara una salida temporal del poder.

Sin embargo, el resultado electoral del 6D no es una sorpresa, es una tendencia (el chavismo venía perdiendo nuevos votos en cada una de las últimas contiendas electorales).  La guerra económica fue profunda y desigual, pero así ha sido y será para todos los proyectos progresistas y de izquierda (el capital no dará margen a otra cosa). En estos comicios, una oposición sin figuras creíbles tampoco justifica el resultado, menos después de casi dos décadas en que la ciudadanía venezolana cultivó su cultura política y su capacidad para discernir la "mala yerba".

El voto popular, por tanto, es también un voto contra los errores del chavismo. Desde pequeños aprendimos que cuando sufrimos un revés, por más fiero y mezquino que sea el contrario, lo primero es revisar los riesgos y errores propios. Es preciso inventariar lecciones.

Los resultados del 6D nos recordaron que subdesarrollo no es atraso, sino incapacidad para desarrollarse bajo las reglas del sistema capitalista mundial. El precio del petróleo cayó de la noche a la mañana y Venezuela era otro país. Por eso, una de las principales metas de nuestros países es dejar de depender de unos pocos recursos. El boom del precio de las materias primas de principios de siglo fue una buena oportunidad, pero no se aprovechó lo suficiente.

Los resultados del 6D demostraron que los mecanismos de la democracia burguesa pueden ser utilizados, pero significan un desgaste tremendo. Es irreal que todos los candidatos van a las elecciones en igualdad de condiciones. No son siquiera los que tienen el poder político los que van en ventaja, sino los que tienen el poder económico y mediático (generalmente los mismos). Eso no debe ser una justificación para evadir la participación social en el Socialismo (casi consustancial a su existencia), pero sí un reto a la reinvención de prácticas de ejercicio de la democracia.

Los resultados del 6D evidenciaron la importancia del factor humano en la construcción de un proyecto socialista. En los marcos de una sociedad profundamente consumista como la venezolana, la realización material individual tiene una importancia sobrevalorada sobre otros elementos que debe sopesar la satisfacción humana. Algo cambió la sociedad en 17 años, algo de "nuevos" tienen los hombres y mujeres venezolanos de hoy, pero el lastre inicial era muy fuerte.

Los resultados del 6D nos advierten que si bien es inapreciable el impulso que le puede dar el liderazgo a un proceso, las Revoluciones tienen que solidificarse sobre la participación del pueblo, el liderazgo colectivo de su militancia y el progreso de sus instituciones. Desgraciadamente, la vida de los líderes es finita y su salida repentina puede dejar vacíos insuperables. Mayor peligro representa la reproducción de este patrón y los métodos personalistas a otros niveles, caldo de cultivo a la nefasta enfermedad de la corrupción y la desconexión con las masas.

Los resultados del 6D hicieron ver que no basta que un gobierno tenga buenas intenciones, compromiso social, una política de soberanía nacional y antiimperialista y estructuras partidistas militantes. La gente necesita que el discurso sea creíble y se refleje en resultados palpables y de forma continuada. Como decía un analista recientemente: "lo conseguido no puede ser una bandera eterna para conquistar el voto, especialmente cuando lo ganado ya es puesto en riesgo por la propia realidad".

Los resultados del 6D demostraron que hay muchos mitos alrededor de la unidad y la militancia revolucionaria. Si la unidad significa esconder los problemas y no hacerles frente o buscar en las agresiones reales de los enemigos externos e internos sus únicas causas, estos reaparecen mucho más grandes y difíciles de manejar.

Para Cuba, en particular, el 6D tiene significados prácticos más allá del aprendizaje político; no sólo el impacto del posible final de los acuerdos de Petrocaribe y la exportación de servicios médicos, también la confirmación de un giro en el ambiente geopolítico regional. En unos pocos meses la tremendamente favorable situación internacional cambió: primero Argentina, luego Venezuela y ahora gran tensión en Brasil; el restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos comienza a tomar un tono bien lento y la crisis migratoria desatada en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua ha implicado decisiones internas y externas que hacen más complejos los canales de emigración de los cubanos (algo que había funcionado como válvula de escape a la situación doméstica).

Nuevamente todas las preguntas se vuelven hacia adentro, hacia la capacidad de no repetir errores propios o ajenos, hacia la necesidad de mostrar resultados, dibujar horizontes y plantear debates, hacia la habilidad de la izquierda para desandar la delgada línea de la unidad sin que ello signifique renunciar a plantear contradicciones y participar y reclamar de las soluciones, a tiempo.  

lunes, 7 de diciembre de 2015

Perspectivas

Por Carlitos

El gobierno cubano ha decidido restablecer el permiso de salida para algunos profesionales de la salud. Se trata de un tema complejo, producto de la creciente emigración de especialistas y su efecto en la calidad de nuestro sistema. Sin embargo, la receta parece equivocada y los daños colaterales demasiado visibles.

La nota oficial dice que "no significa que los médicos especialistas no puedan viajar o residir en el exterior", pero se deja a los directores de hospitales la responsabilidad de brindar un servicio vital o dar el permiso de salida a los profesionales que se han quedado. Nuevamente, se intenta "desaparecer el problema", delegando su solución a los niveles intermedios y afectando a los especialistas que no han decidido irse.  

La nota plantea, además, que la medida se aplica con el objetivo de "garantizar a nuestro pueblo un servicio de salud eficiente y de calidad". Dudo que el descontento que ya se percibe entre los médicos redunde en un servicio más eficiente. Podría provocar, por el contrario, que los jóvenes que están prestos a graduarse no quieran optar por estas especialidades.

La solución no es cosa fácil, pero hay políticas que no tienen vuelta atrás y la migratoria es el ejemplo más elocuente. El retroceso, por muy justo que parezca, genera dudas respecto a la voluntad real de llevar a término todo el proceso de transformaciones en marcha. La habilidad política consiste en reconocerlo y saber que, en lo adelante, el regreso a prohibiciones superadas solo provocará descontento, incertidumbre y resultados adversos. Ha llegado la hora de jugar otro juego, mucho más sutil y estratégico.

Hace unos meses se anunció un grupo de medidas para beneficiar a los trabajadores de la salud (el año anterior se había producido un incremento salarial), pero no fue suficiente para detener la estampida de profesionales hacia el exterior. Con los deportistas de alto rendimiento pasó lo mismo. Pareciera que justo después de que se brindan opciones para mejorar sus ingresos o sus condiciones de vida, los profesionales de ambos sectores deciden emigrar en masa. Lo que realmente ocurre es que las soluciones llegan tarde y en niveles insuficientes.

Pero mis dudas no solo tienen que ver con el contenido de la medida, también con la forma. La información se dio dos días antes de conmemorarse el día del médico y en la misma nota en que se actualizaba de la situación en Costa Rica (un tema cercano, pero diferente). Ningún funcionario, salvo los que respondieron sin mucho éxito a las preguntas del foro de Cubadebate, ha aparecido públicamente para explicarla.

Y, nuevamente, se apuesta a un discurso que solo ve los problemas del lado de allá del malecón. El gobierno de Estados Unidos es el que promueve la emigración en masa, a través de vías ilegales y muy inseguras para la vida humana. Sin embargo, el elemento tan repetido de que la emigración cubana es económica implica reconocer que, si bien la política norteamericana es la principal responsable, no es la única. La falta de perspectivas de los proyectos individuales en Cuba, en especial del sector profesional, han hecho de la emigración hacia muchos destinos una tendencia ascendente en los últimos 25 años.

Para que el discurso sea creíble, necesita reconocer la multiplicidad de causas que generan un fenómeno. Creo que muchos médicos se sentirían mejor si en la nota se dijera que se comprende las difíciles condiciones en que viven y trabajan y el compromiso por transformar esta situación. Es una cuestión de forma, pero no es trivial.

Finalmente, es importante acotar que la falta de perspectivas de muchos cubanos no solo responde a la incapacidad del país para generar riquezas materiales. Responde también a la dificultad para reconocerlo públicamente, a la inexistencia de plazos, a la lentitud para tomar decisiones clave, a los retrocesos, a la falta de caras públicas para asistir al debate o a la retroalimentación de la política, a la percepción de que pervive una mentalidad entre muchos de los que dirigen (anclada en métodos y diagnósticos del pasado) que boicotea el proceso de cambios que hace casi cinco años respaldó la mayoría de los cubanos.

Cuba no es un país en ruinas. Aun muchos le encontramos sentido (desde matices muy diversos) a vivir y a que nuestros hijos crezcan aquí. Pero políticas como estas confunden, desdibujan el futuro y terminan llenando el vaso de los que cada vez más ponen sus aspiraciones y sus metas en otras latitudes.