viernes, 16 de enero de 2015

Comprar arroz: ¿en California o en la Cochinchina?

Contrario a las reacciones del sector empresarial en Cuba (ningunas hasta el momento), después del 17D sus pares estadounidenses se han mostrado muy interesados en las oportunidades de negocios que podrían abrirse con la reanudación de las relaciones diplomáticas y las medidas anunciadas por el presidente Barack Obama.

Algunas de las declaraciones más recientes provienen de la Federación Norteamericana del Arroz, que se ha unido a las 25 asociaciones y empresas productoras de alimentos para formar una coalición que busca avanzar en las relaciones comerciales entre Cuba y Estados Unidos. La mencionada coalición se presentó el jueves pasado en Washington DC y en el evento estuvo presente el secretario de Agricultura, Tom Vilsack, un grupo bipartidista de los miembros del Congreso, y el gobernador de Missouri, Jay Nixon.

Al adherirse a este grupo que promueve la eliminación del bloqueo que impide regularizar los negocios entre los dos países, la Federación del Arroz persigue reconquistar un mercado que ya tuvo, en un momento en que la Isla era el principal destino de las exportaciones estadounidenses en este rubro. Betsy Ward, presidente y CEO de EE.UU Rice dijo en un comunicado que el mercado cubano para el arroz es "real y convincente".

Tal afirmación la confirman los 300 millones de dólares que Cuba gasta cada año comprando a Brasil y Viet Nam, fundamentalmente, a un promedio de 560 dólares por tonelada, y que la ubican como la segunda mayor importadora del cereal en el continente americano. Las cifras podrían generar escalofríos, pero se sustentan en un aumento del consumo per cápita de los cubanos de 46 kilogramos (kg) anuales en 1990, a 70 kg en la actualidad.

Para nadie es un secreto que el arroz es componente imprescindible de la dieta del cubano, aunque sus aportes nutritivos estén más cerca de las calorías que de las proteínas. Irónicamente, el país solo produce cerca del 45 por ciento de lo que necesita para garantizar la canasta básica normada de los ciudadanos (10 libras mensuales). El programa gubernamental para el desarrollo de este renglón aspira a llegar a 2016 con 253 mil hectáreas sembradas y alcanzar una producción de 538 mil toneladas de arroz. En función de esa meta confía en la asistencia técnica del convenio Cuba-Viet Nam y en el montaje de molinos y secaderos en varias provincias del país que permitan procesar el grano.

Sin embargo, la práctica y los resultados sobre el terreno no son todo lo halagüeños que se esperaba. Los especialistas vietnamitas constataron en 2014 que a los productores cubanos les falta disciplina en las atenciones culturales, además de la escasez de recursos tecnológicos y naturales (agua), imprescindibles para lograr rendimientos eficientes y un producto de calidad. El mejor botón de muestra de estos contratiempos es la reacción de los consumidores ante el arroz de producción nacional, que presenta índices de quebrado por encima de las normas internacionales y gran cantidad de suciedad.

En este escenario, los arroceros norteamericanos identifican un filón para retomar el comercio con la Isla, que se vio interrumpido por última vez en 2009, cuando las ventas cayeron a cero. Hasta esa fecha y desde 2001, la industria de EE.UU. había exportado más de 64 millones de dólares en valores. Fue precisamente el arroz el primero de los productos básicos Made in USA que entró a Cuba, después de 40 años de ausencia.

El arroz que se produce en Estados Unidos es de altísima calidad y uno de los que mejor se cotiza en el mercado mundial, por encima de los 500 dólares la tonelada. No obstante el precio, su cercanía geográfica con la Isla podría abaratar los costos de flete, y no se descarta, tampoco, la transferencia tecnológica. Habrá que esperar para ver cómo asume el Estado cubano tal desafío: honrar los compromisos y la colaboración con Viet Nam o apostar por un mercado más cercano.

"El libre comercio con Cuba sería una enorme ventaja para los productores de arroz de Estados Unidos, y esperamos con interés trabajar con la industria arrocera cubana, para que juntos podamos suministrar al pueblo cubano, con alta calidad, delicioso arroz", aseguró Ward en un comunicado que vio la luz luego de que el senador Jerry Mortan, republicano por Kansas, se refiriera a una investigación de la Universidad A&M de Texas, de 2010. El estudio estimó en $365 millones de dólares las ventas adicionales de productos agrícolas norteamericanos y la creación de 6 000 nuevos empleos, si se eliminaran las restricciones.

El 21 de enero comenzará la primera ronda de conversaciones entre Cuba y Estados Unidos después del 17D. La agenda todavía no es pública, aunque los asuntos migratorios deben formar parte de las negociaciones. Solo entonces se verá si las relaciones comerciales también son prioridad en este acercamiento entre Washington y La Habana. Mientras, las empresas importadoras del Ministerio de la Agricultura deben estar, ahora mismo, sacando cuentas para comprar arroz en la Cochinchina.

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