jueves, 4 de diciembre de 2014

k¿Cumplimos?

Juan Kubala

"Cumplimos", asegura el enviado especial, agravando la voz y envanecido. "Cuba impuso su clase en los Centroamericanos", dice otro que ni siquiera estuvo en Veracruz, pero que tiene igual misión papagayesca. "Es un triunfo de todo nuestro pueblo", apostilla un tercero en la apoteosis del patrioterismo.

¿Cumplimos?, me pregunto. ¿Será que para regocijarnos era suficiente con rebasar a México en el medallero? ¿Nos habíamos propuesto un objetivo tan escaso? Y de haber sido así, ¿no nos da pena?

Una fugaz mirada atrás nos recuerda que a México lo aventajamos en los Juegos La Habana'82 por 144 medallas de oro (173 por 29), y que inclusive duplicamos con creces su cosecha global de galardones (282-131).

Sigo: en Santiago de los Caballeros'86 superamos a la delegación azteca 170 títulos contra 40, y en Ciudad de México'90, con todos los beneficios de la sede, los aztecas tuvieron que aceptar una derrota holgada en materia de preseas doradas, 180 por 114.

Luego, en Ponce'93 la distancia volvió a ser aplastante (227 campeones por 66), Maracaibo'98 conservó la tradición ganadora de Cuba (191-61), y en Cartagena 2006 comenzaron los malos augurios, aunque de todos modos salimos triunfantes con diferencia de 31 conquistas de oro (138-107).

Entonces, ¿será como para sentirnos satisfechos esta magra ventaja de ocho premios áureos (123-115), con el doloroso añadido de que conseguimos 78 podios menos que el contrario (254-332)?

Definitivamente, alguien trata de inocularnos –por enésima vez- el virus pernicioso de la autocomplacencia, echando un manto sobre la verdadera conclusión que deja Veracruz 2014 en torno al triste estado del movimiento deportivo nacional. Alguien se empeña en que nos hablen solamente del sol de las medallas, ocultando que a veces, más de las que quisiéramos, es necesario dirigir la vista hacia las manchas.

¿Quién es el ignorante que vislumbrará futuro en disciplinas que ahora se alzaron con medallas ante rivales irrisorios? ¿Quién es el ciego que no querrá aceptar que el voleibol, tan grande que era, hizo un papel horrible, o que el baloncesto masculino ni siquiera alcanzó a estar entre los tres mejores de una competencia regional? Aparte de algún que otro resultado memorable como el bronce del fútbol, ¿habrá legítimas razones para sentirnos orgullosos?

Hace unos pocos años, íbamos a los Juegos Olímpicos con la aspiración (varias veces cumplida) de incluirnos en el Top Ten del medallero. Ahora, aparentemente, solo se trata de superar a México en unos Juegos Centroamericanos.

No, señor. No cumplimos. El águila no caza moscas, y Cuba no está para misiones tan discretas en el mundo del deporte. Por el patético camino que ahora vamos, en Toronto 2015 seremos felices con quedar entre los cinco primeros de la clasificación continental.


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