jueves, 19 de junio de 2014

La igualdad y la justicia social entre los cubanos

Fernando Ravsberg

Los peloteros que jugarán en el extranjero con contratos millonarios no son los únicos cubanos que ganan semejantes cantidades de dinero, se suman a otros sectores que ya lo hacen dentro de la legalidad y sin tener que emigrar de forma definitiva.

La autorización es una buena noticia porque fue una de las demandas de la gente durante los debates previos al Congreso del Partido Comunista. A pesar de que en una de las asambleas donde estuve rechazaron las propuestas de la población.

No hay de que asustarse, en realidad no habrá mayores diferencias sociales de las que ya existen entre el cubano de a pie y los músicos de las grandes orquestas, los pintores más reconocidos o algunos representantes de empresas extranjeras.

Abrirles la puerta a los deportistas es una buena forma de evitar que salten la cerca. Medio siglo intentando contenerlos solo ha servido para convertir los equipos cubanos en centros gratuitos de entrenamiento para las Grandes Ligas estadounidenses.

Ahora es Washington quien les niega el derecho de jugar en EEUU, autorizándolos solo si abandonan Cuba definitivamente. Y aplican esa política también de forma extraterritorial, presionando a la Liga Mexicana para que exija  lo mismo.

Así, por mucha apertura migratoria que haya en la isla, para poder jugar en Grandes Ligas habrá que seguir "huyendo" del comunismo, escapando en un viaje, abordando una lancha rápida o atravesando los puentes de la frontera.

Los cubanos y la negación de la negación

La actual política cubana podría resultar más efectiva para insertarse en el mundo. Por muy loable que sea el deporte amateur, lo cierto es que seguir negándose a participar en el boxeo, el vóleibol o el beisbol profesional aísla a la nación y frustra a los deportistas.

Y no ocurre solamente en el deporte, la estrategia cubana ha dejado de estructurarse en contraposición a la de EEUU. Parecen elaborarla pensando más en lo interno, sin darle tanta importancia a las coincidencias con las políticas del "enemigo".

Es que negarse a todo lo que utiliza Washington como tácticas para acabar con la revolución implicaría cerrar la migración, impedir el desarrollo de la sociedad civil, prohibir las cooperativas urbanas, negar el acceso a Internet y limitar los viajes de los estadounidenses.

Ignorar a un vecino tan poderoso y con tanto rencor sería un acto suicida, cuando desde marzo de 1959 intenta derrocar al gobierno cubano por diferentes vías, incluyendo el asesinato, la organización de una invasión y un bloqueo económico de medio siglo.

Pero actuar en contraposición a sus estrategias puede llevar a una parálisis no menos suicida pues para el país es vital el acceso a internet aunque Washington use la red en sus planes contra La Habana, como recientemente reveló la agencia AP.

Y al final resulta que las cosas no ocurren como previó EEUU ni como temió Cuba. La apertura migratoria no provocó una salida en masa, el acceso de los cubanos a internet no hizo crecer la disidencia ni los contratos de los deportistas en el extranjero aumentan las "deserciones".

Cuando se informó que los médicos también podrían salir libremente del país pensé que muchos se irían en busca de mejores ingresos, sin embargo no ha pasado. Por el contrario más de 11 mil fueron en misión a Brasil y solo una decena la abandonaron.

Ahora Gourriel y Cepeda podrán jugar en Japón y ganar cientos de miles de dólares, tantos que hasta podrían comprarse un automóvil 0 km en Cuba. Ellos ratifican que no todos los ciudadanos son iguales, algo que la mayoría de los cubanos ya saben desde hace tiempo.

La preocupación por la justicia social no debería añorar el igualitarismo paralizante de antaño sino velar por una igualdad de oportunidades que les permita a todos los cubanos labrarse un futuro en base a su esfuerzo y sus habilidades.



 

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